Las estúpidas costumbres de los sordos
sábado, diciembre 03, 2011
Antes de diciembre de 1970, los Astilleros vivían todavía bajo los efectos de la revuelta estudiantil de marzo de 1968, presentada de forma distorsionada por la propaganda oficial. Un buen número de obreros se había dejado influenciar, en aquél entonces, por las insinuaciones de una propaganda que intentaba avivar su hostilidad hacia el ingeniero, el intelectual, el conceptuador -por lo tanto, contra aquel que se encontraba en el origen de las normas implacables que les obligaban a trabajar horas extraordinarias. De este modo, embaucaban a unos y otros. Así las cosas, el día en que una camioneta de estudiantes de la Escuela superior técnica en huelga penetró en el recinto de los Astilleros pretendiendo exponer las razones del movimiento que habían desencadenado -se trataba ante todo de defender la libertad de expresión y luchar contra la censura-, su gestión no suscitó demasiado interés. La delegación de estudiantes fue recibida en su despacho por el director, Piasecki, que los engatusó... ofreciéndoles café. Cierto es que les ahorró la paliza de ORMO (Servicio de voluntarios de la Milicia), que los estaba esperando a la salida de los arsenales (la prima por el aporreamiento de los jóvenes ascendía entonces a 2.000 zlotys). Los estudiantes regresaron pues a sus casas con las manos vacías. Por nuestra parte, en el seno de algunos equipos, varios de nosotros hacíamos comprender a los compañeros que si los estudiantes y los intelectuales eran objeto de represión, ello bastaba para que les brindásemos nuestro apoyo (pp. 53).
Lech Walesa (1987). Un camino de esperanza. Oveja Negra: Bogotá.
Imagen vía: Delirio místico
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