A campo abierto
lunes, abril 02, 2007
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Permítaseme dar un ejemplo, que tal vez peque de ser un poco largo. La literatura es un gran parque, abierto las veinticuatro horas para que la gente pueda ir a pasear por él cuando le plazca. ¿Quién lo cuida? Los viejos guías turísticos, los silvicultores, los empleados de la administración y los irascibles guardas con sus uniformes oscuros y manchados de sudor ya han desaparecido. Si ves por allí a algún responsable, a algún profesional, casi seguro que se trata de un hombre de gesto adusto y vestido con una bata blanca de laboratorio, que tiene el propósito de talar un bosque o desmochar alguna cumbre. Los visitantes van de un lado para otro soltando exclamaciones de admiración, gritos y risas, y expresan infinidad de opiniones ante lo que ven. Dan de comer a los animales, pisan el césped y los parterres. Pero el parque permanece incólume. Se trata, por descontado, del Paraíso Terrenal; se libró del pecado original, y no necesita cuidados.
La guerra contra el cliché, Martin Amis
Texto Vía:El Hombre que Comía Diccionarios
Imagen Vía:Zancada
Etiquetas: En Bicicleta Por El Vecindario