Eniolandia
miércoles, diciembre 23, 2009
Al grano: Eniolandia queda justo aquí. Listo.
Imagen vía: gentiuno
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Como una banda de heavy message
sábado, diciembre 12, 2009
Pongámoslo de otra manera, ¿por qué has dejado de componer y cantar canciones de protesta?
He dejado de componer y cantar todo aquello que se escriba por alguna razón o que se cante por algún motivo. No me malinterpretes. La palabra “protesta” no es mi palabra. Nunca me creí cercano a esa palabra. La palabra “protesta”, creo, se inventó para la gente que se somete a cirugía. Es una palabra de parque de diversiones. Cualquier persona normal que esté en sus cabales tendría que tener dificultad para pronunciarla con honestidad. La palabra “mensaje” suena como a tener hernia. Es igual que la palabra “delicioso.” Y “maravilloso.” Los ingleses pueden pronunciar “maravilloso” bastante bien. Sin embargo, no pueden decir “escabroso” tan bien. Bueno, cada uno tiene lo suyo. De todas formas, las canciones con mensaje, como todo el mundo sabe, son muy pesadas. Sólo los editores de periódicos estudiantiles y las chicas de menos de catorce años pueden tener tiempo para ellas.
De una entrevista a Bob Dylan, Playboy, 1966.
Vía: La periódica revisión dominical
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Doppelgänger
sábado, diciembre 05, 2009
Cuando pasen los años, y Daniel Pratt sea un escritor que encontró la fama, la gloria y la eternidad para, después, sencillamente volverse loco y dedicarse a vagar por el mundo, yo estoy seguro que haré dos cosas: 1) me reuniré con él en los parques desiertos de las ciudades que todavían persistan en el mundo (DF, Estambul, Berlín, Praga, La Paz) y lo acompañaré a comer un sandwich, un taco, un pollo frito, una lata de atún, al tiempo que vemos fotos de su ahijada (quien es mi hija) contra el fondo de un paisaje islandés, sosteniendo en sus brazos un bebé tan hermoso como ella cuando fue una bebé, a principios del siglo XXI en una ciudad llamada Caracas que, para entonces, será sólo un recuerdo. En esas ocasiones sé que intentaré convencerlo (sin ánimo y sin éxito) sobre los beneficios de una hospitalización psiquiátrica, mientras él, en silencio, reirá con la risa mecánica y literal de la locura; 2) escribiré, en un gesto de cariño y admiración, un pequeño librito sobre la brillantez de su obra, lo cual, estoy seguro, tendrá como segura consecuencia la obligación de tener que recibir, de tanto en tanto, la visita de algún tesista gringo de alguna universidad famosa interesado en conocer sobre su biografía, su delirio y otros detalles morbosos con los que los críticos suelen acercarse entomológicamente a los autores más geniales. Sé que atenderé a esos tesistas de los masters de literatura (flacos, desteñidos, vagamente atolondrados), con dedicación y cordialidad, pero aún así convencido de que se tratará de una maniobra enteramente inútil. Estoy seguro que poco servirá explicarles, por ejemplo, que Pratt vivió por años obsesionado por el espectro del recojelata, el indigente, el huelepega que habita las orillas del Guaire. Inútil decirles que, precisamente por ello, su narrativa está repleta de episodios en los que aparecen sujetos sucios, hambrientos, optimistas que interactuan con él, o con quien sea la voz del narrador de la historia. Inútil explicarles que esas son las anticipaciones de su doble, de su doppelgänger pero que, de un modo más terrible, más cáustico, más desolado, esas anticipaciones son, sobre todo, la lúcida constatación del inicio del fin del mundo que él cantó como uno de sus mejores profetas.
Anticipando ambos acontecimientos irremediables coloco aquí, como quien pega un post-it en la nevera, un texto que prueba (sin ninguna utilidad, desde luego) la veracidad de todas estas predicciones literarias. Es este:
I just did
(o “¿por qué será que esta ciudad nos convierte en unos hijos de puta?”)
Esperando en la entrada del Sambil al hermano de O., se me acerca un tipo con pinta de no haberse bañado en un par de días. Con pinta, pues, de que quiere martillarme.
–Do you speak english?
–Yup.
–Oh, thank God! –al tipo se le ilumina la cara y me extiende la mano. Yo meto mis manos en los bolsillos.
–Why you people in this city do that?!
–Well, you are in the most dangerous city in the americas. That’s why.
–But but. Well, anyway. I’m from New York. I’ve been trying to speak to several people this morning. You see, last night I was at aeroexpreso ejecutivo and was ready to take a bus to Puerto Cabello when I was attacked and ripped off and…
–Sorry, can’t help you.
–Yes you can! That’s a lie.
–Well, maybe that’s a lie. But I can’t help you.
–Why? –No puedo creer que el tipo me vaya a porfiar.
–Well, in this city the “bus to Puerto Cabello” is the oldest trick in the book. It’s always a bus to La Guaria, or Puerto Cabello, or Puerto La Cruz or some other port. Don’t know why.
–Yeah, but…
–So, what you need to say it’s that you need some money to get to the american embassy.
–Oh ¿So are you going to help me?
–I just did.
Vía: Afinidades Electivas
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