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Argonáuticas 2.0

Detectivismo Literario

Hay Bisontes (II)

lunes, septiembre 15, 2008



Me estoy leyendo La Huella del Bisonte, de Héctor Torres.

Tengo al menos dos motivos importantes para pasearme por sus páginas con una sensación grata y reconfortante. La primera es porque el libro es, sin duda alguna, una novela sólida y delicadamente lograda. La segunda es porque Héctor es un querido amigo y es siempre un regalo de la vida leer cosas buenas escritas por los buenos amigos.

Daniel Pratt, mi alto pana y compadre, ha dicho ya, al respecto de la novela de Héctor este tubo de párrafo:

Las reseñas que he leído sustentan la teoría de que La Huella es una novela erótica. Aunque vende, esa afirmación no es del todo exacta. Tampoco se trata de una exploración sobre la raison d’être de las pinturas rupestres, los límites de la tentación, o el poder infinito de las mujeres. Lo que si es exacto es que la ilación de situaciones, la precisa colocación de ciertos capítulos clave, y esas sentencias lapidarias, hacen de La Huella del Bisonte la mejor novela que he leído en el último año.

La idea del Pratt es exacta. Héctor logró construir una novela que si bien tiene la bondad de permitir alguna clasificación vagamente cómoda, en realidad tiene su más alto valor en el oficio de su construcción y en la astuta habilidad de Héctor para evadir el arsenal de los tópicos y las permutaciones.

Respecto a eso, Oscar Marcano logró rescatar algunos de los felices antecedentes de esta historia. Entre otras cosas, Marcano dejó dicho lo siguiente:


El tema tiene antecedentes. El más palmario es Lolita, la novela de Nabokov, escrita en 1955, que debe su furor al film de Stanley Kubrick, realizado en 1962. A partir de éste Lolita se ha convertido en el término usado para referirse a las chicas adolescentes consideradas muy seductoras, especialmente si son menores de edad.

Hay otros ejemplos significativos: está la Mildred, la vulgar Mildred amante de Philip Carey en La servidumbre humana, de 1915, escrita por William Somerset Maugham. Una de las novelas más importantes de la primera parte del siglo XX, donde se explota no la pedofilia porque Mildred no es tan joven, sino el rápido proceso de decadencia y sometimiento del amante masculino, en este caso un joven estudiante con un defecto en un pie, eternizado también por Leslie Howard subyugado por la inefable Bette Davis en el film homónimo de 1934.

Se cuenta también El profesor Unrat, novela de 1905, del autor alemán Heinrich Mann (hermano de Thomas Mann), mundialmente conocida por haber sido llevada al cine en la cinta El ángel azul (1930) del legendario Josef von Sternberg, donde un viejo prudente y autoritario, representante de la pequeña burguesía alemana se deshilacha y torna sumiso hasta la humillación, por el encanto que sobre él ejerce Lola Lola, una cabaretera de formas perfectas y mirada de miel, interpretada por Marlene Dietrich, y que representa ya el salto de la Lolita a la femme fatal. Muchos se preguntan si no fue de ahí de donde extrajo Nabokov el nombre para su enfant terrible.

Aún así, pese a esos antecedentes cargados de notoriedad, Héctor logra construir una trama en la que, si no me equivoco, casi es perceptible la voz del mismo Héctor contando una historia con precisión y amor por el detalle en la barra de algún bar. Ese logro no es decir poco.

Pienso que apenas valdría la pena señalar un detalle que voy descubriendo a medida que me surmergo en su ejecución: el gesto de descubrir una ciudad, Caracas, el gesto de encontrar reflejada en ella detalles significativos de esa cosa que somos, que hemos sido, que vamos siendo, sin el fragor extenuado de los malos textos de antropología. O lo que es lo mismo: descubrir que La Huella del Bisonte de Héctor Torres es, además de muchas cosas, una lúcida fotografía a tres o cuatro mitos de nuestra propia identidad descritos con desesperada elegancia.

-Pedro Enrique Rodríguez

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Por P. E. Rodríguez/R.Coll, 2:47 p. m.

3 Comments:

Realmente interesante todo esto. Volveré por aquí.
Coll: enhorabuena por el premio "trans" de cultura urbana.

Abrazo con presea, JML.
Néstor: gracias por la visita. Me estaré pasando por allá.

Javier: así es, esta vez el trans tocó por aquí. En su momento te invitaré al bautizo. Un abrazo.

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