Oblatos
jueves, julio 29, 2010
Siempre me ha fascinado la figura del militante incondicional, del fanático, del arribista metafísico, del burócrata convencido. Me fascinó hace años, siendo un todavía un niño, con los militantes de Acción Democrática que conocí, dentro y fuera de mi familia. Me fascina, ahora, con la militancia fanática del chavismo, ahora vestida con una franela de color rojo, invetándose un fervor, una voracidad, un destino de trivial heroicidad. Aquí va una cita de Pier Bourdieu que, en alguna medida, arroja algunas ideas interesantes sobre la construcción social de esos sujetos concretos. Dice así:
Los conversadores más tenaces de un partido son aquellos que dependen más del mismo. En el lenguaje religioso, es lo que se llamaban oblatos: personas, hijos de pobres, que su familia daba a la iglesia y que, debiéndole todo a la Iglesia, le daban todo, se lo daban todo a la Iglesia que se lo había dado todo. No hay nada más fiel que el oblato, porque si deja la iglesia, se queda sin nada. El partido comunista reposó mucho sobre esta fórmula. Son personas que dan todas las garantías porque sacan toda su legitimidad, todo su poder, de la investidura del partido. No son nada si el partido les quita su investidura, de ahí los dramas de la exclusión. La exclusión es una excomunión (las analogías religiosas funcionan muy bien).
Pier Bourdieu, (2000). Propos sur le champ politique. Lyon: Presses Universitaires de Lyon. En: J. L. Moreno Pestaña (2009). Michel Foucault, crítico de la izquierda. Viento Sur, N°100, 151-159.
Texto en línea vía: Dialnet
Etiquetas: Algo Huele Mal En Dinamarca