Friday´s Links
viernes, mayo 15, 2009
Es viernes. Ayer pasé una noche entera junto a la niña argonáutica, quien ya no es una ardilla punk, pero que aún así gusta musicalizar nuestras veladas con un sountrack que, invariablemente, incluye Suspicious Minds y Devil in disguise, dos canciones que (sospecho que por influencia de Lilo & Stitch) la niña argonáutica valora con la correspondiente devoción de un youtuber con una bolsa de potato-chips.
Estando en eso, terminé por hacer algunos hallazgos interesantes. Aquí van.
Uno: descubrí que existe un diccionario obvio, imprescindible y, sin embargo, hasta ayer desconocido por mí: es el Urban Dictionary. Un lugar en el que, por ejemplo, se puede saber qué significa algo tan raro como esto: wwjkd.
(Esta es la respuesta:
What Would James Kirk Do? When stuck in a life-threatening, impossible situation with no realistic plausible means of escape, only a plan thought up by James "Jim" Kirk would work.
Person 1: OK, were stuck in an underground cavern on a distant planet with no access to the surface.
Person 2: We need a plan. WWJKD?)
Nada mal, ¿no?
Dos. El Comrade GeorgeLetralia me ha hecho llegar, vía email, una nota que dice así:
El escritor venezolano Edgar Borges acaba de publicar su más reciente título, ¿Quién mató al doble de Edgar Allan Poe?, en una edición bilingüe en español e inglés que puede ser adquirida en formato digital desde la web de la venezolana Editorial Letralia, y que además llegará a las librerías en versión impresa que será publicada en junio por la editorial española Grup Lobher.
Soy un fanático absoluto de la literatura exponencial, el hipertexto literario, la transliteralidad o como quiera que se quiera llamar a ese principio de sorpresa que se esconde detrás de toda forma de hacer literatura tomando, como punto de partida, la propia literatura. Bien por Letralia que se interese en la edición de ese libro. Aquí está el link a la nota de prensa.
Tres. En el mismo registro novelístico: John Manuel Silva, otro blogger de la red local, (siguiendo el camino que inició brillantemente mi amigo Javier Miranda-Luque con Malditaweb) se ha lanzado con una cybernovela. Se llama La película del ateo. Este es el link. Comienza así:
Nunca ha aparecido un pene en el cine nacional. Al menos, eso creo. Tengo mis dudas, pero estoy seguro: en el cine venezolano nunca ha aparecido un pene. Han aparecido muchas vaginas, que en el cine nacional se nombran sin pudores, cucas, a secas, pero ningún güevo.
Cuatro. Algo más: acabo de leer por estos días un post brillantemente escrito sobre la izquierda (es decir, no necesariamente sobre la mano izquierda, sino sobre la izquierda ideológica), firmado por Vicente Ulive-Schnell. Se titula Memoria de mi izquierda, puta y triste. Se puede leer justo aquí. No tiene desperdicio. No dudo que refleja de forma fidedigna lo que muchas personas que apreciamos los valores de la izquierda pensamos sobre su banalización y distorsión neoglobalizada de los últimos tiempos.
Cinco. Aunque pueda parecer mentira, ahora podemos (y debemos) decir que existió un tiempo en el que el gobierno del incivil Francisco Franco, remoto padre espiritual de más de un militarismo latinoamericano de izquierda o de derecha (en el caso de los militares, son siempre lo mismo), maniobró ante las productoras de Hollywood, nada más y nada menos que para censurar la obra del querido Hernest Hemingway. La nota, registrada por Moleskine Literario, está aquí. Allí se lee este pasaje, por ejemplo:
Así, en 1942 el cónsul de España en Los Ángeles escribió en una carta al ministro español de Asuntos Exteriores que estaba revisando el guión de Por quién doblan las campanas, en el que se cambió la palabra "rebeldes" por "nacionales", mientras que "leales" se sustituyó por "republicanos". "La industria del cine estadounidense fue cómplice de Franco en la censura a Hemingway", porque en 1942 "todo el mundo estaba contra Hitler, EEUU no quería tener otro enemigo en Franco y había que complacerle", según Laprade, que ha destacado que del guión original de la citada película se suprimió una escena "en la que los falangistas violaban a la protagonista, María".
Seis. Hace unas semanas, el pana Gustavo Valle contaba en un correo electrónico el nacimiento de la revista cuatrocuentos desde Argentina. Hace poco me di una vuelta por allí y leí un magnífico cuento del venezolano Salvador Fleján, titulado:miniatura salvaje. Comienza así:
Roberto Bolaño, alberca del Hotel Ávila, Caracas, julio de 1999.
Puede que todo haya sido culpa de Domingo Miliani, aunque visto los acontecimientos lo más probable es que no sea cierto. Sin embargo (y ahora que me lo pienso detenidamente): ¿a quién demonios puede importarle ese detalle?
A propósito, y lo que sigue a continuación tendría que ir entre paréntesis: Domingo Miliani es uno de los pocos genios que conozco. Los otros, los demás, son poetas. Pero Domingo Miliani no. Domingo Miliani es ensayista. En él, me parece, se concentran todas las utopías a la que aspira el escritor latinoamericano. ¿Qué veo cuando veo a Domingo Miliani? Veo a un hombre valiente e inteligente, veo a un hombre bueno. Pero ahí está que no le hicimos caso. Entre otras razones porque no le hemos hecho caso a nadie, salvo a Rimbaud y Lautremont. No hacerle caso a Miliani, como es obvio deducir, acarreará consecuencias. ¿Cuáles? La verdad no las tengo muy claras. Sin embargo, y cuando me pongo a pensar en ellas, las palabras “horror” y, específicamente “catástrofe”, me vienen a la mente como un tren descarrilado.
En fin. Suficiente material para sustituir por un momento la pantalla opalina de un televisor por un fin de semana de lecturas entre potato-chips.
Imagen vía:vargucci
Etiquetas: En Bicicleta Por El Vecindario
2 Comments:
commented by John Manuel Silva, mayo 16, 2009 2:06 p. m.
Bueno, eso es más o menos lo que todos pensamos (y deseamos) de las cosas que escribimos :-)
Saludos por allá.
Saludos por allá.
commented by mayo 19, 2009 3:37 p. m.
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Solo un detalle, mi novela no tiene pretenciones literarias ningunas, es mala, está mal escrita y no trascenderá en ningún sentido. Pero la vale la pena leerla.