Diez años después
domingo, julio 26, 2009
Conocí panfletonegro el mismo día en que leí el primer cuento de Daniel Pratt en el taller de narrativa del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, bajo la dirección de Angel Gustavo Infante. De eso hace tanto tiempo, medido en tiempo digital, que el cuento (todavía lo recuerdo) era una narración con flahsbacks y traspolaciones que incluían lo que entonces podía ser visto, todavía, como una novedad: en algunas partes, los personajes conversaban por messenger.
El cuento no decía nada de panfletonegro pero el Pratt, quien ya entonces sabía algunas cosas sobre marketing en la red, había insertado un autotexto en cada página con la dirección del site.
Cuando, un par de días después, visité el primer número de panfletonegro me encontré con un disparo desde un cañón de doble boca que, supongo yo, el Pratt debió guardar en algún lugar de su adolescencia y que decía así:
Desde una trinchera de inconformidad invitamos a los sedientos de expresión, a los frenéticos buscadores de espacio, a los oprimidos por los estándares para que vengan a gritar "BASTA" con nosotros.
En estas semanas, ese manifiesto de invitación cumple la increíble cifra de diez años, lo cual se traduce, según las estadísticas del Pratt en esto: 70 millones de hits, 2.981.523 visitantes, 5.917 artículos y 11.724 comentarios libres de spam.
Durante varios años fui un lector devoto y consecuente. Me gustaba aquél viejo diseño de revista que revisaba el diseño avant garde a la manera digital, la escogencia de las fotos que acompañaban el número (en algunos casos, las fotos delataban una intencionalidad política sutil e hilarante, como es el caso del número 35), los viajes de O., del Pratt, muchas de las colaboraciones que venían de diferentes partes del mundo, como es el caso de un escritor chileno (creo), residenciado en algún país nórdico, con historias impregnadas de un exotismo erótico que todavía puedo recordar. Los especiales temáticos, los top5, los Descontentos del pana Héctor Torres. Las colaboraciones de tantos otros amigos.
Supongo que fue por ese motivo que para mi fue natural, una tarde de domingo del año 2002, entre tragos de destornillador servidos con ginebra Gordons, que mi roommate y amigo Ryan Revoredo y yo solíamos servir en las fiestas de la amplia terraza del viejo edificio Imperio, cuando le dije a Daniel Pratt que yo quería escribir una columna fija en panfletonegro.
Daniel aceptó, con un entusiasmo y una generosidad que todavía soy capaz de recordar, de manera que ese fue el inicio de dos cosas que, en mi registro personal, tienen un lugar invaluable: el primer editor y la primera exposición sostenida de las cosas que deseaba escribir.
Allí escribí unos 68 tedios: un registro de escritura que exigía una composición basada en el puro sentido del placer, en la atención al detalle, el abandono de toda urgencia. En esa sección, escribieron sus tedios cuatro de mis más queridos amigos: Luis Nouel Trenard, con vivo en una ciudad llena de maletas, Edison Barrios, con "la serenata militar", Daniel Pratt, con "de esto se trata el descubrimiento de América" y Orlando Verde, con "banálisis".
En fin, allí ocurrieron cuatro años de mi relación con la amistad y la literatura que sirvieron de impulso para tomar la decisión de continuar el trabajo sistemático en solitario. Allí ocurrió, entonces, un capítulo inestimable de esa cosa dulce y melancólica que es el propio bildugsroman.
Sin embargo, es sólo ahora, muchos años después del primer hit en la página, cuando tengo años que dejé de ser un colaborador regular, (cuando incluso dejé de ser el lector frecuente y devoto que alguna vez fui), que descubro una idea simple y brillante, como el invento de la bombilla de luz que en esos años no fui capaz de ver: más allá de lo que pueda significar en lo personal, panfletonegro ha sido, de forma ininterrumpida, lo que se propuso ser desde el primer día: un lugar donde alguien encontró la forma de facilitarle a la gente el derecho a gritar.
Imagen vía:proyecto paralelo
Etiquetas: En Bicicleta Por El Vecindario
2 Comments:
commented by Daniel Pratt, julio 26, 2009 9:28 p. m.
A ti por la experiencia que significaron esos años, mi pana. Un abrazo!
Como lo he dicho antes, panfletonegro sería un espacio vacío si un cierto número de extraños no hubiese confiado en que, efectivamente, era un lugar válido para ventilar.
De todas las cosas que he aprendido en panfleto, entre esas habilidades que no habría podido conseguir en otro lugar, rescato por encima de todas, el regalo que significa que alguien, distinto a tus seudónimos, descubra cosas como el chiste mordaz que hay en la portada del número 35.
Un abrazo, gracias por los tedios.
:)