Sobre el modo de destruir buenas ideas
domingo, abril 12, 2009
(...O DE CÓMO SE PUEDEN ESCRIBIR LARGOS ENSAYOS DIGITALES (A LA MANERA PROFUSA DE DAVID FOSTER WALLACE) DURANTE LAS VACACIONES DE SEMANA SANTA, EN OPOSICIÓN AL DÍA DÍA CUANDO, REALMENTE, YA NO SE PUEDE TANTO)
Fui un lector consecuente y agradecido de panfletonegro hasta mediados de 2006, cuando Daniel Pratt, en un gesto de absoluto idealismo personal, pero de evidente fracaso pragmático, decidió liquidar el antiguo sistema de colaboraciones de la revista y montar, en su lugar, un blog de bonita edición, pero que, con los años, se ha revelado como un espacio de colaboración irregular y de frecuentes comentarios de un primitivo solipsismo.
La propuesta de Daniel, que creo respetar y conocer bien, pues conversamos de ella muchas veces antes y después de llevarla a cabo (frente a una botella de whisky, junto a vasos que dibujaban mediaslunas de agua sobre la superficie de la mesa), era, en efecto, de un idealismo esperanzador.
Creo que él mismo logró resumirla en este fragmento de su texto de presentación para la versión final y apocalíptica de panfletonegro.com:
Por libertario supongo que Pratt aludía, con toda su carga metafórica y romántica, a las visiones anarquistas a la manera decimonónica de Déjacque, que luego se han ido actualizando en un complejo sistema de oportunidades telemáticas que el Pratt conoce muy bien y que, además, se ha tomado la molestia de exponer brillantemente.
Era, desde luego, una apuesta ideológica, política y estética. Sobre todo: una apuesta social, pues requería que, para triunfar, contase precisamente con un movimiento de creadores que tuviese la disposición de agruparse como comunidad.
Pratt, desde luego, apostaba con sensatez a una versión elegante y desregulada de la explosión 2.0.
En su presentación titulada El oficio editorial en la web social, donde expone de forma ordenada y persuasiva sus ideas al respecto, el Pratt dice esto, entre muchas cosas interesantes:
Como seguramente podría entender cualquier persona que tenga un mínimo de fe en la humanidad, el análisis del Pratt es, en efecto, un ejercicio lúcido e impecable de respuesta a las condiciones hegemónicas del poder. Es, además, un análisis realista, tal como se desprende del buen tino para mezclar, con todo este idealismo, el complicado problema de las colaboraciones espontáneas.
A Pratt se le ocurrió apostar por esta idea:
Esta propuesta, teóricamente elegante se estrella, sin embargo, contra una que otra terrible prueba de realidad. Sobre eso, más o menos, si todavía no se nota, es que va este largo post.
La cosa es así: en estos días, el mismo Daniel Pratt me comentaba un desagradable episodio que evidencia, de forma triste y miope, el modo como los usuarios de panfletonegro.com colaboran, precisamente, en el denodado intento por convertir la publicación digital (y a sí mismos) en una mueca resentida, malaleche y difamatoria.
Supe, desde el momento en que me comentó ese episodio y me invitó a leerlo, que de preferir, yo prefería continuar con la lectura de un libro maravilloso de David Foster Wallace que el mismo Daniel tuvo la gentileza de traerme en encargo desde Argentina. Aún así, noblesse oblige, de manera que no me quedó más remedio que cerrar el libro de Foster Wallace, leer con detenimiento el triste post de panfletonegro, así como unos 70 comentarios de variable composición, soltar un suspiro y, como acción seguida, comenzar a escribir este post.
Desde luego, puesto que he crecido como usuario en internet bajo la cultura de don´t feed the troll, prefiero prescindir en lo posible de los desagradables, falsos e infundados comentarios que este grupo de personas que participan de la versión autopublicada de panfletonegro han expresado en contra de esa magnífica iniciativa que es la IV Semana de la Narrativa Urbana, organizada por Ana Teresa Torres y Héctor Torres, con el auspicio del Pen Club y la colaboración del Centro Cultural Chacao.
Tengo, de hecho, más de una razón para valorar la Semana de la Narrativa Urbana. La primera de ellas es que participé en esas jornadas en el año 2006, en su primera edición y de ella sólo guardo el agradecimiento a sus organizadores y la gente de la editorial Alfa, quienes se arriesgaron a la idea de publicar un libro con los cuentos de esa primera edición, el libro de cuentos: De la Urbe para el Orbe. Me consuela pensar que lo que tenía que decir al respecto sobre sus bondades, es algo que ya apunté en su momento y que, con gusto, suscribo plenamente el día de hoy.
Hasta apenas ayer, pensaba que cualquier persona con amor por la literatura en general, y con deseo por el crecimiento de la literatura en nuestro país en particular, le parecería razonable que ese tipo de evento se mantenga en el tiempo. Ahora, tengo la desagradable sensación, después de leer los comentarios malintenciados que algunas personas han expresado valiéndose de la oportunidad que da panfletonegro.com de decir casi cualquier cosa, que no es así. Soy de la opinión que eso exige, al menos, de algún intento de reparación simbólica. Me parece, por otra parte, que ese intento es al mismo tiempo una oportunidad para intentar poner en orden algunas ideas sobre algunos asuntos sociales de la litertura que a mí mismo me gustaría ver ordenados.
La historia que da pie para escribir esta nota es, en sí misma, casi repetitiva y no merece mayor comentario per se: un blogger de panfletonegro.com postea una versión amañada y desagradable sobre la semana de la narrativa. Luego, casi al unísono, algunas otras personas, anónimos o no, deciden participar de todos esos solipsismos en algo que, a falta de otro nombre, podría llamarse una cayapa.
El episodio, en sí mismo, me ha hecho recordar lo que Iván Thays, (autor de Moleskine Literario, uno de los blogs más exitoso y más leído en nuestro idioma), suele verse en la obligación de referirse con cierta frecuencia a esos comentadores de mala fe que medran al amparo del anonimato o de las plataformas de autopublicación de la red. El razonamiento que le he leído es impecable: tales trolles (no de Mileto) de lenguas afiladas, prosa razonable e ideas furiosas y repletas de autoreferencia son, en realidad, la consecuencia de una de las marcas literarias más difíciles de manejar en nuestras culturas: el drama del reconocimiento.
Puestos en perspectiva, en efecto, los comentadores de las páginas literarias de esa cosa extraña que es nuestra blogósfera nacional, en realidad podrían dividirse entre quienes encuentran alguna forma de hacer visible su trabajo y aquellos otros que, con justicia o no, permanecen a la sombra del anonimato.
En una cultura literaria sana, esa categoría no tendría por qué existir. En la nuestra, repleta de falta de oportunidades honestas así como de fútiles y complacientes impresiones sobre lo que significa una carrera literaria, es evidente que ese tema está atrapado en un irremisible callejón sin salida.
Sin embargo, el episodio de los bloggers que se interesan en denostar de la Semana de la Nueva Narrativa en panfletonegro.com alude, (según alcanzo a ver), a cosas más graves, más tristes, más patéticas. Expresa, de forma lúgubre y desagradable, el grado en que se ha naturalizado en nuestro país el irrespeto a los terceros, la violencia como herramienta de autolegitimación. O para decirlo más cercano a las nociones de cortesía desarrolladas a partir de las teorías de Goffman: la dificultad para considerar la imagen, el rostro de los demás al tiempo que se manifiestan las necesidades personales de expresión. Delata lo comprometida que puede quedar la capacidad de las personas para ver a un paso más allá de las cómodas categorías de sus propios narcisismos. Pero, sobre todo, manifiesta de una forma trágica la dificultad para comprender la idea, más o menos evidente, de que el progreso de la literatura es un proceso en el que colaboramos todos, independientemente del modo como cada uno de nosotros, como individualidad, desea ver realizado ese ideal. Como esta es la idea más compleja, me provoca decir un par de cosas más detalladas respecto a ella.
En ese libro maravilloso y privado que es Los libros de los otros, que agrupa la correspondencia literaria de Ítalo Calvino como editor de Enaudi entre 1947 y 1981, se lee esta maravilla de carta:
El texto de Calvino es pertinente, entre otras cosas, porque señala un elemento iluminador: la literatura en su conjunto es, inevitablemente, un acto social. Lo es debido a su herramienta básica: el lenguaje, cuya naturaleza nos trasciende como individuos concretos. Lo es, en la medida en que implica un proceso de recepción. Lo es, en tanto apela al sentido histórico, político y social del estilo, el gusto, y las complejas (y de hecho nada ingenuas) formas en que ocurre o no su lucro y su difusión.
Al leer el texto principal y los detallados comentarios de algunos de los comentadores del post de panfleto, se comienza a ver claro que el malestar expresado parece soportarse sobre un criterio difícil de comprender, pero en cierta forma unificado: a estas personas no les gusta que la Semana de la Nueva Narrativa no se parezca a lo que ellos consideran que debería ser, entre otras cosas, porque cometen el sencillo error de pensar que el valor de la literatura está dado por sus propias percepciones de lo que debe ser y no por el hecho de existir en un espacio social más amplio.
Esto se expresa de un modo bastante claro en uno de los comentarios del autor del artículo, cuando dice:
La intriga de quién podrá ser J.M (¿JuliánJavier Marías, por ejemplo?), se despeja apenas dos o tres comentarios después, cuando descubrimos que J.M. es un blogger llamado John Manuel, de quien por cierto alguna vez he leído alguna cosa interesante en la red, quien además de agradecer la parte que lo toca por ese piropo comenta, resignado:
Y más adelante:
Allí, por lo visto, se zanja la cuestión:
(a) La preferencia a que vaya, mil veces, el panita J.M.
(b) La tranquilidad por imaginar que están representados unos gallos del propio patio
(c) EL gusto por ver a "dos tipos a los que respetamos".
Tales argumentos de fondo son, en realidad, desconcertantes, si consideramos que una de las quejas más sentida del post y los comentarios es, precisamente, por la existencia de una supuesta rosca literaria que, desde luego, existe convenientemente en la imaginación de los implicados.
En todo caso, y aunque es algo casi vergonzoso, la idea de la rosca tal y como se ha formado en nuestra curiosa mitología nacional es algo que parece necesario comentar, independientemente del irrespeto que eso pueda implicar al más elemental sentido común de los lectores de esta nota. La cosa podría resumirse más o menos así: la Semana de la Nueva Narrativa Urbana es, en principio, una iniciativa privada. Esto quiere decir en su sentido más superficial y más profundo: una agrupación basada en una comunidad de intereses que promueve, o intenta promover, una actividad literaria específica. No es, no pretende ser una organización de beneficencia literaria. No pretende, hasta donde alcanzo a comprender, convertirse en una versión estilizada de una suerte de Latin American Idol en la que todo sujeto tiene el aparente derecho de cantar bien o mal delante de unos jueces que deciden si se queda o no.
Como cualquier iniciativa de libre emprendimiento, la Semana de la Nueva Narrativa Urbana intenta (según creo comprender de su mensaje) invitar a narradores que vienen haciendo un trabajo personal sostenido y darles la sencilla y cómoda posibilidad de leer lo que tengan que leer. No selecciona futuros. Ni siquiera antologiza textos de forma taxativa. Apuesta por la oportunidad de hacerle una razonable vitrina, de generar exposición, a un narrador o narradora que quiera decir lo suyo. Podría no hacerlo. Podría no hacer nada. Pero decide hacer eso.
Una de las personas que comenta en el post, decía:
Parece obvio que la persona que hace este comentario sintomáticamente ignora que, en efecto, los organizadores no tienen por qué estar interesados en que queden adentro cientos de escritores que no serán publicados por nadie, pues se trata de una labor de promoción literaria y no de una suerte de programa asistencial de rescate para quienes puedan sentirse o estar en la indigencia literaria.
Lo que es más importante, el autor ignora, como se delata en el texto en cursivas, que la Semana de la Nueva narrativa no tiene por qué ajustar a su criterio de quien se supone que debería ser invitado (está claro que la única respuesta posible a este tipo de argumentos es: haga usted su propio evento de narrativa e invite a todos los escritores del mundo que han sido marginados. O peor: que creen haberlo sido).
Lo que no resulta obvio, pero ahora parece conveniente hacer notar, es que las personas que se dedican a denostar contra el derecho de una gente a montar la actividad que mejor les parece termina valiéndose, de forma significativa, una plataforma independiente como panfletonegro.com, sin siquiera atender al hecho de que tal plataforma es, por sí misma, una valiosa forma de expresión no necesariamente bien aprovechada por ellos mismos. O lo que es lo mismo: un lugar donde podrían organizar su propia expresión narrativa, si es que acaso ese pudiese ser el fin genuino que pudiesen perseguir.
Tengo algunos datos para decir lo que digo. Los descubrí cuando intentaba hacer unos números para el panita Pratt quien, como se comentó más arriba, valora de buena fe el tema del diggeo. Por ese motivo, me tomé la molestia de hacer un listado de los comentarios a la entrada en cuestión. Me detuve el sábado 11 en la mañana. Iban 70 comentarios con diferentes grados de diggeo. De esos 70 comentarios, un total de 58% habían sido hechos por tres usuarios: Sr. Cobranza, aka: Cobra,(17%), John Manuel(20%) y X (21%). Vale decir: la aparente discusión, a la que alguien se le ocurrió mencionar como un éxito comunicacional (sic!), en realidad está inflada por el arrebato solipsista de tres personas. Con menos de eso se escribe un cuento, al menos.
Lo que es peor: para el momento en que realicé esa suerte de quick-count, ninguno de los comentarios de estas tres personas había sido clasificado como irrelevante. De hecho, sistemáticamente, el único usuario catalogado así era uno llamado elmensajedelabotella. Una mirada rápida dejaba ver que los comentarios más radicales, bobos o sencillamente difamatorias, obtenían una que otra calificación negativa, pero no llegaban a ser calificados plenamente como tal.
La conclusión es sencilla: parece ser un hecho que los editores del mundo entero se equivocan con sorprendente frecuencia. Pero también parece ser un hecho que la mente de colmena utilizada del modo en que se utiliza en el presente (vale decir, sin un adecuado proceso de sensibilización de los usuarios) tampoco es que resuelva mayormente la cosa.
De allí, al otro punto: el triste lugar que ocupa el respeto a las personas en este tipo de discusión.
Uno de los aspectos más reveladores viene, precisamente, por la participación de un sujeto que se hace llamar José Sant Roz y que, a la manera de un miembro de los viejos fascis de combattimiento de la era Mussolini, suele escribir sus cositas en el portal pagado por el gobierno llamado aporrea (v.g: "portal alternativo de noticias a favor del gobierno de Hugo Chávez", etcétera), donde, por sólo citar un episodio de retorcido humanismo, alguna vez escribió un artículo titulado: "Ingrid se confiesa: “Nunca he gozado tanto como cuando estuve secuestrada por las FARC”.
A ese comentarista no se le ocurrió otra cosa que escribir un comentario en el que, con razón o sin ella, decide arremeter contra el abuelo de uno de los organizadores del evento, partiendo de la estúpida suposición de que las acciones de terceros pueden servir para calificar a una persona.
Por mucho que se pueda compadecer el aparentemente precario equilibrio psíquico del Señor Sant Roz, resulta claro que acudir a una falacia ad-hominen de esta categoría no es sólo una barbaridad argumentativa, sino una evidente canallada.
La falacia ad-hominen, por cierto, parece ser un sello distintivo de esta discusión en particular, y de este tipo de discusiones en general...me tomaría el trabajo de hacer la lista, si no tuviese algunas cosas más qué decir antes de terminar.
Una de ellas es comentar, precisamente, la insistencia del autor del post para que Héctor Torres comente personalmente en ese lugar y en ese momento.
La posición, que hace explícita la naturaleza troll del post, no deja de resultar significativa cuando se piensa con algo de detenimiento. ¿En base a qué, uno de los organizadores del evento tiene que comentar un post malintenciado y pendenciero que ni siquiera se toma la molestia de corroborar las afirmaciones más temerarias?
Uno sospecha que la suposición de base es que el mero amor propio del blogger es suficiente para que el mundo social responda a sus demandas, sin atender al hecho más o menos obvio que una discusión ocurre en un marco de reglas más o menos compartidas por los miembros de un grupo social.
Uno sospecha que los motivos del autor deben estar seguramente relacionados con esta casi proclama de independencia que dice así:
Parece obvio (o, al menos, me lo parece a mí) que una persona que se exprese en esos falsos términos de un evento, opera de una manera bastante desquiciada si cree que, después de eso, uno de los organizadores va a tomarse el tiempo y el trabajo que necesita para, precisamente, hacer que el evento funcione, y en lugar de eso sentarse a puntar una a una las barbaridades de esa frase. ¿Por dónde debe comenzar, por las estrategias utilizadas en la era Iosif Stalin para controlar la libre agrupación?
Habría que agregar que no existe tal cosa como derecho a la disidencia en ese texto. No se es disidente de aquello de lo cual no se tiene por qué pertenecer. En su sentido estricto, se disente cuando se decide rechazar algún orden social establecido que, por su naturaleza hegemónica o normativa obliga a una persona concreta a particiar de él sin su consentimiento. Es casi imposible comprender de qué forma eso podía aplicarse a un evento modesto y bien intencionado como una semana en la que algunos escritores jóvenes tienen una de sus primeras oportunidades de leer sus cosas.
Lo que sí podría haber en el texto del blogger es libertad de expresión, si bien es preciso destacar que se trata de una libertad vagamente mezquina, pues quien afirma todas estas barbaridades no parece creer demasiado en ellas como para avalarlas con su nombre de pila.
Pienso en el ya lejano episodio del J´acusse...! de Emile Zolá, pienso en los riesgos personales que asumió Zolá por el sólo hecho de decir una verdad inmensa como templo y no puedo dejar de registrar la astonómica distancia que existe entre la práctica intelectual del viejo Emile, inicio de todo lo que luego pasaría a ser la posición pública del intelectual, y este triste episodio de difamación y mezquindad.
No es dificil destruir buenas ideas como los portales de autopublicación, por lo visto. O al menos intentarlo.
Lo que sí es dificil, supongo, es llegar a una cuarta edición de una buena iniciativa como la semana de la nueva narrativa. Aquí están los detalles de la invitación.
-Pedro Enrique Rodríguez
Fui un lector consecuente y agradecido de panfletonegro hasta mediados de 2006, cuando Daniel Pratt, en un gesto de absoluto idealismo personal, pero de evidente fracaso pragmático, decidió liquidar el antiguo sistema de colaboraciones de la revista y montar, en su lugar, un blog de bonita edición, pero que, con los años, se ha revelado como un espacio de colaboración irregular y de frecuentes comentarios de un primitivo solipsismo.
La propuesta de Daniel, que creo respetar y conocer bien, pues conversamos de ella muchas veces antes y después de llevarla a cabo (frente a una botella de whisky, junto a vasos que dibujaban mediaslunas de agua sobre la superficie de la mesa), era, en efecto, de un idealismo esperanzador.
Creo que él mismo logró resumirla en este fragmento de su texto de presentación para la versión final y apocalíptica de panfletonegro.com:
(...) desde Julio de 2006 panfletonegro.com se convirtió en un sitio libertario, participativo, 100% libre de criterios editoriales. Aquí puedes publicar lo que quieras, como lo quieras. Creemos utópicamente que en medio de una tormenta de mensajes personales, propaganda y textos inconsecuentes, ocurrirá la poesía.
Nuestra intención última es, como en 1.999, congregar en el mundo virtual a un movimiento de creadores que se sigue gestando en la red para manifestarse como comunidad, abrazar una visión alternativa para la difusión del hecho creativo que definitivamente desplazará a los métodos tradicionales de publicación.
Para escribir en panfletonegro.com, sólo tienes que registrarte, escribir y tu texto y colocarlo en alguna de nuestras secciones.
Recuerda: lo que te de la gana, como te de la gana.
Por libertario supongo que Pratt aludía, con toda su carga metafórica y romántica, a las visiones anarquistas a la manera decimonónica de Déjacque, que luego se han ido actualizando en un complejo sistema de oportunidades telemáticas que el Pratt conoce muy bien y que, además, se ha tomado la molestia de exponer brillantemente.
Era, desde luego, una apuesta ideológica, política y estética. Sobre todo: una apuesta social, pues requería que, para triunfar, contase precisamente con un movimiento de creadores que tuviese la disposición de agruparse como comunidad.
Pratt, desde luego, apostaba con sensatez a una versión elegante y desregulada de la explosión 2.0.
En su presentación titulada El oficio editorial en la web social, donde expone de forma ordenada y persuasiva sus ideas al respecto, el Pratt dice esto, entre muchas cosas interesantes:
La libertad de uso y la libertad de identidad. O dicho de otra forma: la libertad para ser anónimo, es la razón de por qué la internet constituye el espacio social más libre generado por la humanidad. Nuestras múltiples redes son, básicamente, países sin constitución en donde todo vale, inclusive la autodestrucción. La principal amenaza para estas comunicaciones en línea no son sus detractores, sino sus propios usuarios. Sobre todo, aquellos que físicamente se desenvuelven en sociedades en las que toda invitación a la discusión abre un espacio para la violencia.
En, un grupo es su peor enemigo, Clay Shirly argumenta que el problema radica en que no hemos pensado lo suficiente en la búsqueda del software que habilite la interacción productiva. Ingenieros, comunicadores y diseñadores hemos construido, una y otra vez, comunidades basadas al rededor de un software (software o blogs) con la expectativa de que sean desregulados, libres o cooperativos, sin detenernos a pensar si tienen el formato correcto, si el modelo es escalable, o si los usuarios le darán el uso que imaginamos.
Como seguramente podría entender cualquier persona que tenga un mínimo de fe en la humanidad, el análisis del Pratt es, en efecto, un ejercicio lúcido e impecable de respuesta a las condiciones hegemónicas del poder. Es, además, un análisis realista, tal como se desprende del buen tino para mezclar, con todo este idealismo, el complicado problema de las colaboraciones espontáneas.
A Pratt se le ocurrió apostar por esta idea:
La necesidad de controlar o regular las conversaciones que suceden al rededor de un texto en línea ha inducido a la aparición de otra clase de medios en los que una mente de colmena, compuesta por todos los usuarios, se encarga de filtrar y valorar el contenido de una forma democrática. El ejemplo más patente es digg, y sus variantes en castellano, menéame y fresqui, sitios webs en los que los usuarios pueden compartir, comentar y valorar vínculos a otros sitios. El nombre digg y los verbos que constituyen su operación constituyen un juego con la palabra cavar (to dig). Un vínculo interesante puede ser rescatado (dig), para premiar su relevancia. O enterrado: (buried) lo que permite que la misma comunidad, sin la intervención de un editor o censor, filtre los comentarios que empobrecen la discusión.
Esta propuesta, teóricamente elegante se estrella, sin embargo, contra una que otra terrible prueba de realidad. Sobre eso, más o menos, si todavía no se nota, es que va este largo post.
La cosa es así: en estos días, el mismo Daniel Pratt me comentaba un desagradable episodio que evidencia, de forma triste y miope, el modo como los usuarios de panfletonegro.com colaboran, precisamente, en el denodado intento por convertir la publicación digital (y a sí mismos) en una mueca resentida, malaleche y difamatoria.
Supe, desde el momento en que me comentó ese episodio y me invitó a leerlo, que de preferir, yo prefería continuar con la lectura de un libro maravilloso de David Foster Wallace que el mismo Daniel tuvo la gentileza de traerme en encargo desde Argentina. Aún así, noblesse oblige, de manera que no me quedó más remedio que cerrar el libro de Foster Wallace, leer con detenimiento el triste post de panfletonegro, así como unos 70 comentarios de variable composición, soltar un suspiro y, como acción seguida, comenzar a escribir este post.
Desde luego, puesto que he crecido como usuario en internet bajo la cultura de don´t feed the troll, prefiero prescindir en lo posible de los desagradables, falsos e infundados comentarios que este grupo de personas que participan de la versión autopublicada de panfletonegro han expresado en contra de esa magnífica iniciativa que es la IV Semana de la Narrativa Urbana, organizada por Ana Teresa Torres y Héctor Torres, con el auspicio del Pen Club y la colaboración del Centro Cultural Chacao.
Tengo, de hecho, más de una razón para valorar la Semana de la Narrativa Urbana. La primera de ellas es que participé en esas jornadas en el año 2006, en su primera edición y de ella sólo guardo el agradecimiento a sus organizadores y la gente de la editorial Alfa, quienes se arriesgaron a la idea de publicar un libro con los cuentos de esa primera edición, el libro de cuentos: De la Urbe para el Orbe. Me consuela pensar que lo que tenía que decir al respecto sobre sus bondades, es algo que ya apunté en su momento y que, con gusto, suscribo plenamente el día de hoy.
Hasta apenas ayer, pensaba que cualquier persona con amor por la literatura en general, y con deseo por el crecimiento de la literatura en nuestro país en particular, le parecería razonable que ese tipo de evento se mantenga en el tiempo. Ahora, tengo la desagradable sensación, después de leer los comentarios malintenciados que algunas personas han expresado valiéndose de la oportunidad que da panfletonegro.com de decir casi cualquier cosa, que no es así. Soy de la opinión que eso exige, al menos, de algún intento de reparación simbólica. Me parece, por otra parte, que ese intento es al mismo tiempo una oportunidad para intentar poner en orden algunas ideas sobre algunos asuntos sociales de la litertura que a mí mismo me gustaría ver ordenados.
La historia que da pie para escribir esta nota es, en sí misma, casi repetitiva y no merece mayor comentario per se: un blogger de panfletonegro.com postea una versión amañada y desagradable sobre la semana de la narrativa. Luego, casi al unísono, algunas otras personas, anónimos o no, deciden participar de todos esos solipsismos en algo que, a falta de otro nombre, podría llamarse una cayapa.
El episodio, en sí mismo, me ha hecho recordar lo que Iván Thays, (autor de Moleskine Literario, uno de los blogs más exitoso y más leído en nuestro idioma), suele verse en la obligación de referirse con cierta frecuencia a esos comentadores de mala fe que medran al amparo del anonimato o de las plataformas de autopublicación de la red. El razonamiento que le he leído es impecable: tales trolles (no de Mileto) de lenguas afiladas, prosa razonable e ideas furiosas y repletas de autoreferencia son, en realidad, la consecuencia de una de las marcas literarias más difíciles de manejar en nuestras culturas: el drama del reconocimiento.
Puestos en perspectiva, en efecto, los comentadores de las páginas literarias de esa cosa extraña que es nuestra blogósfera nacional, en realidad podrían dividirse entre quienes encuentran alguna forma de hacer visible su trabajo y aquellos otros que, con justicia o no, permanecen a la sombra del anonimato.
En una cultura literaria sana, esa categoría no tendría por qué existir. En la nuestra, repleta de falta de oportunidades honestas así como de fútiles y complacientes impresiones sobre lo que significa una carrera literaria, es evidente que ese tema está atrapado en un irremisible callejón sin salida.
Sin embargo, el episodio de los bloggers que se interesan en denostar de la Semana de la Nueva Narrativa en panfletonegro.com alude, (según alcanzo a ver), a cosas más graves, más tristes, más patéticas. Expresa, de forma lúgubre y desagradable, el grado en que se ha naturalizado en nuestro país el irrespeto a los terceros, la violencia como herramienta de autolegitimación. O para decirlo más cercano a las nociones de cortesía desarrolladas a partir de las teorías de Goffman: la dificultad para considerar la imagen, el rostro de los demás al tiempo que se manifiestan las necesidades personales de expresión. Delata lo comprometida que puede quedar la capacidad de las personas para ver a un paso más allá de las cómodas categorías de sus propios narcisismos. Pero, sobre todo, manifiesta de una forma trágica la dificultad para comprender la idea, más o menos evidente, de que el progreso de la literatura es un proceso en el que colaboramos todos, independientemente del modo como cada uno de nosotros, como individualidad, desea ver realizado ese ideal. Como esta es la idea más compleja, me provoca decir un par de cosas más detalladas respecto a ella.
En ese libro maravilloso y privado que es Los libros de los otros, que agrupa la correspondencia literaria de Ítalo Calvino como editor de Enaudi entre 1947 y 1981, se lee esta maravilla de carta:
Como ya tuve ocasión de observar, está usted siempre demasiado concentrado en su trabajo y no mira bastante el trabajo de los demás. La idea de escribir algo para la música tiene sentido si usted participa en los problemas de la música contemporánea, si quiere que la música sea de esta manera y no de otra.
Lo mismo vale -sobre todo- para la literatura. Usted escribe, escribe, pero lo malo es que siente más gusto en escribir que en leer, cuando escribir quiere decir participar de un trabajo colectivo, tener una idea propia de la situación de la literatura y de una dirección en la que uno quiere desarrollarla. Si no, lo que usted escriba, por bueno o malo que sea, no entra en el discurso general, es decir, no sirve.
En este manuscrito hay también esa falta de criterio estilístico. Se lo devuelvo, con mis saludos cordiales.
El texto de Calvino es pertinente, entre otras cosas, porque señala un elemento iluminador: la literatura en su conjunto es, inevitablemente, un acto social. Lo es debido a su herramienta básica: el lenguaje, cuya naturaleza nos trasciende como individuos concretos. Lo es, en la medida en que implica un proceso de recepción. Lo es, en tanto apela al sentido histórico, político y social del estilo, el gusto, y las complejas (y de hecho nada ingenuas) formas en que ocurre o no su lucro y su difusión.
Al leer el texto principal y los detallados comentarios de algunos de los comentadores del post de panfleto, se comienza a ver claro que el malestar expresado parece soportarse sobre un criterio difícil de comprender, pero en cierta forma unificado: a estas personas no les gusta que la Semana de la Nueva Narrativa no se parezca a lo que ellos consideran que debería ser, entre otras cosas, porque cometen el sencillo error de pensar que el valor de la literatura está dado por sus propias percepciones de lo que debe ser y no por el hecho de existir en un espacio social más amplio.
Esto se expresa de un modo bastante claro en uno de los comentarios del autor del artículo, cuando dice:
En lo personal, yo preferiría mil veces escuchar a un verdadero nuevo como J.M. en lugar de oír las clásicas sandeces y correcciones políticas de nuestros jóvenes famosillos(al margen de ciertas excepciones a la regla).
La intriga de quién podrá ser J.M (¿
no importa, ahí van a estar Leo, Kaury y Vicente, que de seguro desentonarán.
Y más adelante:
Daniel Pratt, me envió un msj, preguntándome si iba a asistir y acordando conmigo para vernos por allá; en particular, porque entre los seleccionados estaban Leo Felipe y Vicente Ulive (dos tipos a los que respetamos)
Allí, por lo visto, se zanja la cuestión:
(a) La preferencia a que vaya, mil veces, el panita J.M.
(b) La tranquilidad por imaginar que están representados unos gallos del propio patio
(c) EL gusto por ver a "dos tipos a los que respetamos".
Tales argumentos de fondo son, en realidad, desconcertantes, si consideramos que una de las quejas más sentida del post y los comentarios es, precisamente, por la existencia de una supuesta rosca literaria que, desde luego, existe convenientemente en la imaginación de los implicados.
En todo caso, y aunque es algo casi vergonzoso, la idea de la rosca tal y como se ha formado en nuestra curiosa mitología nacional es algo que parece necesario comentar, independientemente del irrespeto que eso pueda implicar al más elemental sentido común de los lectores de esta nota. La cosa podría resumirse más o menos así: la Semana de la Nueva Narrativa Urbana es, en principio, una iniciativa privada. Esto quiere decir en su sentido más superficial y más profundo: una agrupación basada en una comunidad de intereses que promueve, o intenta promover, una actividad literaria específica. No es, no pretende ser una organización de beneficencia literaria. No pretende, hasta donde alcanzo a comprender, convertirse en una versión estilizada de una suerte de Latin American Idol en la que todo sujeto tiene el aparente derecho de cantar bien o mal delante de unos jueces que deciden si se queda o no.
Como cualquier iniciativa de libre emprendimiento, la Semana de la Nueva Narrativa Urbana intenta (según creo comprender de su mensaje) invitar a narradores que vienen haciendo un trabajo personal sostenido y darles la sencilla y cómoda posibilidad de leer lo que tengan que leer. No selecciona futuros. Ni siquiera antologiza textos de forma taxativa. Apuesta por la oportunidad de hacerle una razonable vitrina, de generar exposición, a un narrador o narradora que quiera decir lo suyo. Podría no hacerlo. Podría no hacer nada. Pero decide hacer eso.
Una de las personas que comenta en el post, decía:
Precisamente lo que a mí me molesta no es que me hayan dicho que no, que nada de malo tiene. Sino que me hayan dicho: ni siquiera puedes presentar un texto a consideración ya que tienes que tener un mínimo currículum literario y blah, blah, blah.
Bajo ese concepto quedan por fuera cientos de escritores que jamás serían publicados por editoriales importantes. Escritores que se suponen son los que deberían estar invitados a un evento que se llama “semana de la NUEVA narrativa”.
Parece obvio que la persona que hace este comentario sintomáticamente ignora que, en efecto, los organizadores no tienen por qué estar interesados en que queden adentro cientos de escritores que no serán publicados por nadie, pues se trata de una labor de promoción literaria y no de una suerte de programa asistencial de rescate para quienes puedan sentirse o estar en la indigencia literaria.
Lo que es más importante, el autor ignora, como se delata en el texto en cursivas, que la Semana de la Nueva narrativa no tiene por qué ajustar a su criterio de quien se supone que debería ser invitado (está claro que la única respuesta posible a este tipo de argumentos es: haga usted su propio evento de narrativa e invite a todos los escritores del mundo que han sido marginados. O peor: que creen haberlo sido).
Lo que no resulta obvio, pero ahora parece conveniente hacer notar, es que las personas que se dedican a denostar contra el derecho de una gente a montar la actividad que mejor les parece termina valiéndose, de forma significativa, una plataforma independiente como panfletonegro.com, sin siquiera atender al hecho de que tal plataforma es, por sí misma, una valiosa forma de expresión no necesariamente bien aprovechada por ellos mismos. O lo que es lo mismo: un lugar donde podrían organizar su propia expresión narrativa, si es que acaso ese pudiese ser el fin genuino que pudiesen perseguir.
Tengo algunos datos para decir lo que digo. Los descubrí cuando intentaba hacer unos números para el panita Pratt quien, como se comentó más arriba, valora de buena fe el tema del diggeo. Por ese motivo, me tomé la molestia de hacer un listado de los comentarios a la entrada en cuestión. Me detuve el sábado 11 en la mañana. Iban 70 comentarios con diferentes grados de diggeo. De esos 70 comentarios, un total de 58% habían sido hechos por tres usuarios: Sr. Cobranza, aka: Cobra,(17%), John Manuel(20%) y X (21%). Vale decir: la aparente discusión, a la que alguien se le ocurrió mencionar como un éxito comunicacional (sic!), en realidad está inflada por el arrebato solipsista de tres personas. Con menos de eso se escribe un cuento, al menos.
Lo que es peor: para el momento en que realicé esa suerte de quick-count, ninguno de los comentarios de estas tres personas había sido clasificado como irrelevante. De hecho, sistemáticamente, el único usuario catalogado así era uno llamado elmensajedelabotella. Una mirada rápida dejaba ver que los comentarios más radicales, bobos o sencillamente difamatorias, obtenían una que otra calificación negativa, pero no llegaban a ser calificados plenamente como tal.
La conclusión es sencilla: parece ser un hecho que los editores del mundo entero se equivocan con sorprendente frecuencia. Pero también parece ser un hecho que la mente de colmena utilizada del modo en que se utiliza en el presente (vale decir, sin un adecuado proceso de sensibilización de los usuarios) tampoco es que resuelva mayormente la cosa.
De allí, al otro punto: el triste lugar que ocupa el respeto a las personas en este tipo de discusión.
Uno de los aspectos más reveladores viene, precisamente, por la participación de un sujeto que se hace llamar José Sant Roz y que, a la manera de un miembro de los viejos fascis de combattimiento de la era Mussolini, suele escribir sus cositas en el portal pagado por el gobierno llamado aporrea (v.g: "portal alternativo de noticias a favor del gobierno de Hugo Chávez", etcétera), donde, por sólo citar un episodio de retorcido humanismo, alguna vez escribió un artículo titulado: "Ingrid se confiesa: “Nunca he gozado tanto como cuando estuve secuestrada por las FARC”.
A ese comentarista no se le ocurrió otra cosa que escribir un comentario en el que, con razón o sin ella, decide arremeter contra el abuelo de uno de los organizadores del evento, partiendo de la estúpida suposición de que las acciones de terceros pueden servir para calificar a una persona.
Por mucho que se pueda compadecer el aparentemente precario equilibrio psíquico del Señor Sant Roz, resulta claro que acudir a una falacia ad-hominen de esta categoría no es sólo una barbaridad argumentativa, sino una evidente canallada.
La falacia ad-hominen, por cierto, parece ser un sello distintivo de esta discusión en particular, y de este tipo de discusiones en general...me tomaría el trabajo de hacer la lista, si no tuviese algunas cosas más qué decir antes de terminar.
Una de ellas es comentar, precisamente, la insistencia del autor del post para que Héctor Torres comente personalmente en ese lugar y en ese momento.
La posición, que hace explícita la naturaleza troll del post, no deja de resultar significativa cuando se piensa con algo de detenimiento. ¿En base a qué, uno de los organizadores del evento tiene que comentar un post malintenciado y pendenciero que ni siquiera se toma la molestia de corroborar las afirmaciones más temerarias?
Uno sospecha que la suposición de base es que el mero amor propio del blogger es suficiente para que el mundo social responda a sus demandas, sin atender al hecho más o menos obvio que una discusión ocurre en un marco de reglas más o menos compartidas por los miembros de un grupo social.
Uno sospecha que los motivos del autor deben estar seguramente relacionados con esta casi proclama de independencia que dice así:
Por lo demás, cumplo con ejercer mi completo derecho a la disidencia y a la libertad de expresión, al condenar la discriminatoria, cogollérica, cuartorepublicana, bolivariana y stalinista manera de seleccionar los textos y los elegidos a intervenir con sus lecturas en la semana de la nueva narrativa. Y después hablan del gobierno, de Farruco Sesto y de Héctor Soto.
Parece obvio (o, al menos, me lo parece a mí) que una persona que se exprese en esos falsos términos de un evento, opera de una manera bastante desquiciada si cree que, después de eso, uno de los organizadores va a tomarse el tiempo y el trabajo que necesita para, precisamente, hacer que el evento funcione, y en lugar de eso sentarse a puntar una a una las barbaridades de esa frase. ¿Por dónde debe comenzar, por las estrategias utilizadas en la era Iosif Stalin para controlar la libre agrupación?
Habría que agregar que no existe tal cosa como derecho a la disidencia en ese texto. No se es disidente de aquello de lo cual no se tiene por qué pertenecer. En su sentido estricto, se disente cuando se decide rechazar algún orden social establecido que, por su naturaleza hegemónica o normativa obliga a una persona concreta a particiar de él sin su consentimiento. Es casi imposible comprender de qué forma eso podía aplicarse a un evento modesto y bien intencionado como una semana en la que algunos escritores jóvenes tienen una de sus primeras oportunidades de leer sus cosas.
Lo que sí podría haber en el texto del blogger es libertad de expresión, si bien es preciso destacar que se trata de una libertad vagamente mezquina, pues quien afirma todas estas barbaridades no parece creer demasiado en ellas como para avalarlas con su nombre de pila.
Pienso en el ya lejano episodio del J´acusse...! de Emile Zolá, pienso en los riesgos personales que asumió Zolá por el sólo hecho de decir una verdad inmensa como templo y no puedo dejar de registrar la astonómica distancia que existe entre la práctica intelectual del viejo Emile, inicio de todo lo que luego pasaría a ser la posición pública del intelectual, y este triste episodio de difamación y mezquindad.
No es dificil destruir buenas ideas como los portales de autopublicación, por lo visto. O al menos intentarlo.
Lo que sí es dificil, supongo, es llegar a una cuarta edición de una buena iniciativa como la semana de la nueva narrativa. Aquí están los detalles de la invitación.
-Pedro Enrique Rodríguez
Etiquetas: Algo Huele Mal En Dinamarca
11 Comments:
commented by NANO, abril 12, 2009 2:35 p. m.
Pedro, más que un gusto, un verdadero alivio toparse con este texto que, en medio del ruidoso y malintencionado mundillo de la euforia anónima, apuesta por el comentario inteligente y respetuoso. Creo que la esperanza de participar de un diálogo serio en torno a la literatura no cae en un vacío mientras existan estas formas de la crítica.
Luis Yslas
Luis Yslas
Nano: no es un poco extenso. Es extensísimo. Agradezco inmensamente tu paciencia para leerlo, pero me tomé la extensión que creí necesitar para decir lo que quería decir.
Luis: gracias por ese comentario. Lo agradezco inmensamente. Lo agradezco más de alguien que viene haciendo un trabajo valioso como el tuyo por la promoción de la lectura.
Un afectuoso saludo a los dos.
Luis: gracias por ese comentario. Lo agradezco inmensamente. Lo agradezco más de alguien que viene haciendo un trabajo valioso como el tuyo por la promoción de la lectura.
Un afectuoso saludo a los dos.
Maese Pedro,
estimulante lectura, no todo está perdido. ¿No?
En un viaje que hice el año pasado conocí a un editor/escritor pobre que le da trabajo a escritores pobres, no para que se hagan ricos, sino para que los joda un poco menos la pobrecía y hagan lo que les gusta, que es, obvio, hacer libros. Cuando llegué a Venezuela encontré en mi correo una carta de un compatriota del personaje en cuestión, diciendo que era un vil e infame mercader que se aprovechaba del trabajo de sus hermanos.
En otro país un escritor se dio a la tarea de buscarle editor a un grupo de poetas amigos y sacaron una digna antología. El año pasado, recibí la visita de un compatriota de ese escritor, quien me dijo que se trataba de un vil e infame etc. etc.
En ambos casos, el denunciante de ocasión es alguien que jamás ha organizado ni una parrillita para los panas, mucho menos una antología o una fuente de trabajo.
Por cierto, a ver cuándo vienes y nos comemos una parrillita. Un abrazo, pana, siempre te leo en mi agregador y hoy ha sido una grata sorpresa ver el diseño de tu blog.
estimulante lectura, no todo está perdido. ¿No?
En un viaje que hice el año pasado conocí a un editor/escritor pobre que le da trabajo a escritores pobres, no para que se hagan ricos, sino para que los joda un poco menos la pobrecía y hagan lo que les gusta, que es, obvio, hacer libros. Cuando llegué a Venezuela encontré en mi correo una carta de un compatriota del personaje en cuestión, diciendo que era un vil e infame mercader que se aprovechaba del trabajo de sus hermanos.
En otro país un escritor se dio a la tarea de buscarle editor a un grupo de poetas amigos y sacaron una digna antología. El año pasado, recibí la visita de un compatriota de ese escritor, quien me dijo que se trataba de un vil e infame etc. etc.
En ambos casos, el denunciante de ocasión es alguien que jamás ha organizado ni una parrillita para los panas, mucho menos una antología o una fuente de trabajo.
Por cierto, a ver cuándo vienes y nos comemos una parrillita. Un abrazo, pana, siempre te leo en mi agregador y hoy ha sido una grata sorpresa ver el diseño de tu blog.
ComradeGeorge:
Me complace inmensamente su visita. En efecto, uno quisiera pensar que no todo está perdido, sobre todo por las cosas buenas que hace tanta gente de forma desinteresada y honesta, como las historias que cuentas. Como la misma historia que tú mismo has construido todos estos años con Letralia.
Por cierto, leí por ahí que vas a estar letraliando en la católica en fecha próxima. Iré. De pronto y hasta tenemos oportunidad de tomarnos un café y cuadrar lo de la parrilla.
Fuerte abrazo, Comrade.
Me complace inmensamente su visita. En efecto, uno quisiera pensar que no todo está perdido, sobre todo por las cosas buenas que hace tanta gente de forma desinteresada y honesta, como las historias que cuentas. Como la misma historia que tú mismo has construido todos estos años con Letralia.
Por cierto, leí por ahí que vas a estar letraliando en la católica en fecha próxima. Iré. De pronto y hasta tenemos oportunidad de tomarnos un café y cuadrar lo de la parrilla.
Fuerte abrazo, Comrade.
Hola, Pedro:
Llegué acá por el enlace de Panfleto. Creo que subrayas bastante bien la sintomatología de lo que pueden ser las iniciativas nuevas en Venezuela. Yo agregaría que me parece, como ya he comentado con Pratt anteriormente, que en Venezuela hay un desbalanceo de los pesos y poderes sociales, sobre todo en cuanto a la Cultura.
Esto es, en una sociedad medianamente "funcional" (culturalmente hablando), existiría un Ministerio y una serie de iniciativas institucionales para vehicular la cultura, complementadas por iniciativas privadas con otros criterios y después y al margen una serie de eventos, organizaciones y encuentros alternativos (o "underground").
Creo que no es descabellado afirmar que la eutanasia cultural propuesta por el gobierno ha conducido a que ciertas manifestaciones "marginales" se vean empujadas, malgré eux, al "Centro" de la promoción cultural.
Ergo la confusión: "Quiero atacar la cultura -porque soy punk anarco rasta o algo-, como no puedo tirarle piedras al Ministerio, arremeto contra lo segundo en la lista". Supongo entonces, haciendo un ejercicio de imaginación, que la "frustración" en torno a las SNU o a la exclusión de ciertas personas refleja la "frustración" de saber que, como es lo único que hay, se ha quedado excluído.
Es obvio que no se le puede achacar a la SNU el que no hayan más manifestaciones o eventos culturales para que todo el mundo se identifique. No es un ministerio pero lamentablemente, ante la ausencia de otros núcleos literarios, se ha convertido en lo único (o más relevante) que hay.
Un saludo, mucha tela que cortar en tu interesante texto, sólo te dejo estas acotaciones como pie de página porque se nos olvida, en esa lógica internet que citas, que un comentario en un blog a veces es insuficiente para estimular un buen debate y nos reduce a atajos teóricos y atisbos como el mío.
Llegué acá por el enlace de Panfleto. Creo que subrayas bastante bien la sintomatología de lo que pueden ser las iniciativas nuevas en Venezuela. Yo agregaría que me parece, como ya he comentado con Pratt anteriormente, que en Venezuela hay un desbalanceo de los pesos y poderes sociales, sobre todo en cuanto a la Cultura.
Esto es, en una sociedad medianamente "funcional" (culturalmente hablando), existiría un Ministerio y una serie de iniciativas institucionales para vehicular la cultura, complementadas por iniciativas privadas con otros criterios y después y al margen una serie de eventos, organizaciones y encuentros alternativos (o "underground").
Creo que no es descabellado afirmar que la eutanasia cultural propuesta por el gobierno ha conducido a que ciertas manifestaciones "marginales" se vean empujadas, malgré eux, al "Centro" de la promoción cultural.
Ergo la confusión: "Quiero atacar la cultura -porque soy punk anarco rasta o algo-, como no puedo tirarle piedras al Ministerio, arremeto contra lo segundo en la lista". Supongo entonces, haciendo un ejercicio de imaginación, que la "frustración" en torno a las SNU o a la exclusión de ciertas personas refleja la "frustración" de saber que, como es lo único que hay, se ha quedado excluído.
Es obvio que no se le puede achacar a la SNU el que no hayan más manifestaciones o eventos culturales para que todo el mundo se identifique. No es un ministerio pero lamentablemente, ante la ausencia de otros núcleos literarios, se ha convertido en lo único (o más relevante) que hay.
Un saludo, mucha tela que cortar en tu interesante texto, sólo te dejo estas acotaciones como pie de página porque se nos olvida, en esa lógica internet que citas, que un comentario en un blog a veces es insuficiente para estimular un buen debate y nos reduce a atajos teóricos y atisbos como el mío.
Hola Vicente: concuerdo ampliamente con tu comentario sobre el problema que genera eso que, con buen tino, llamas la eutanasia cultural del estado.
Es, de hecho, algo que me habría gustado desarrollar más en el post.
En el texto citaba (brevemente) lo que dice el blogger peruano Iván Thays, sobre el problema del reconocimiento. Está claro que no se trata de un tema sencillo y que, con mucho, mezcla complejas relaciones de balance de poder, participación de redes sociales, etc.
En todo caso, me parece que es precisamente por eso que el uso de plataformas comunicacionales tan valiosas como el panfleto para denostar de las iniciativas culturales es, en sí mismo, una forma de pervertir las pocas posibilidades no reguladas de argumentación.
En fin, es algo de lo que vale la pena seguir conversando.
Saludos por allá.
Es, de hecho, algo que me habría gustado desarrollar más en el post.
En el texto citaba (brevemente) lo que dice el blogger peruano Iván Thays, sobre el problema del reconocimiento. Está claro que no se trata de un tema sencillo y que, con mucho, mezcla complejas relaciones de balance de poder, participación de redes sociales, etc.
En todo caso, me parece que es precisamente por eso que el uso de plataformas comunicacionales tan valiosas como el panfleto para denostar de las iniciativas culturales es, en sí mismo, una forma de pervertir las pocas posibilidades no reguladas de argumentación.
En fin, es algo de lo que vale la pena seguir conversando.
Saludos por allá.
Siempre el que hace está en el ojo huracanado del que no. Las mezquindades siempre han existido en este medio literario nuestro y con esta polarización los desencuentros son mayores.
He leído en los blogs y medios digitales estos últimos años cosas como que a x escritora que tiene 9 novelas escritas inéditas nadie le ha publicado porque es negra, o como que las editoriales venezolanas solo editan lo que le conviene a las grandes trasnacionales de la cultura (!?).
Dichas mezquindades se notan más ahora justamente porque se vocean en internet y no al campanear de los tragos en una presentación de libros o la barra de algún bar de las Mercedes o Sabana Grande.
Lo que sí es obvio y terrible es esa cosa de la falta de mínimo respeto y del establecimiento del insulto como argumento. Como si después del mismo todo estuviera zanjado.
Extenso pero impecable escrito. Evidencias la vileza que nos rodea. La vulgarización de las formas y la ausencia de fondos de los pocos diálogos que se establecen. Por suerte, frente a lo negativo siempre salvan la "patria", la de "en serio", textos como este.
He leído en los blogs y medios digitales estos últimos años cosas como que a x escritora que tiene 9 novelas escritas inéditas nadie le ha publicado porque es negra, o como que las editoriales venezolanas solo editan lo que le conviene a las grandes trasnacionales de la cultura (!?).
Dichas mezquindades se notan más ahora justamente porque se vocean en internet y no al campanear de los tragos en una presentación de libros o la barra de algún bar de las Mercedes o Sabana Grande.
Lo que sí es obvio y terrible es esa cosa de la falta de mínimo respeto y del establecimiento del insulto como argumento. Como si después del mismo todo estuviera zanjado.
Extenso pero impecable escrito. Evidencias la vileza que nos rodea. La vulgarización de las formas y la ausencia de fondos de los pocos diálogos que se establecen. Por suerte, frente a lo negativo siempre salvan la "patria", la de "en serio", textos como este.
Estoy en desacuerdo con lo que dice el sr. Sant Roz contra Ana Teresa Torres
al acusarla de corrupta
y me parece poco caballeroso
someterla al escarnio. Y menos si lo hace un individuo
que escribe con
pseudónimo. Su prontuario es enorme
y muy conocido en Mérida:
1. Sant Roz se llama José Rodríguez, es
un profesor jubilado de matemáticas de la ULA. Su caso fue famoso porque fue a Estados Unidos, no termino los estudios, pero cobro en la ULA un bono de magister y no salió del cargo de profesor porque lo protegieron.
2. Ha salido de todos lados por corrupción. Estuvo en Barinas en la
Direccion de Cultura con Tarik Souki, hoy en TVES, y lo botaron
por uso indebido de los viáticos y del presupuesto. Eso quedó
en los periódicos de Barinas. Tiene bienes adquiridos con esos dineros.
3. Violencia doméstica: la vida personal poco interesa, pero
este personaje es misógino, su mujer le puso pleito en Fiscalia
por agresiones y varias alumnos lo denunciaron por violencia y acoso. Tiene
un expediente en CICPC que pueden verificar por golpear a un alumno
al que acorralo en los pasillos de la escuela de matematicas
en la zona de La Hechicera.
4. Es conocido porque le pide plata a la gente y si no
se la dan, escribe contra ellos.
Contra Chavez incluso escribio varios articulos que se consiguen en la red.
5.Lo mueve el trauma de ser el hermano natural de Argenis Rodriguez,
el de los panfletos contra Teodoro.
6. Es bastante envidioso porque es muy mal escritor, hace
un tiempo lo cazaron porque le plagio un cuento a uno
de los concursantes de los Premios de la Direccion
de Asuntos Estudiantiles de la ULA.
7. Si hay alguien que no debe hablar de drogas es este sr. Sant Roz,
puesto que todos lo conocieron cuando era joven
y no quiere que le recuerden sus desastres
tras el suicidio de su hermano Argenis.
8. Se presenta como moralista, pero esta desesperado
porque le presten atencion.En Merida se aparece en los actos y
trata de sabotearlos.
9. Es bueno que sepan que es un personajillo funesto de Merida,
aparece en Aporrea y otros espacios solo porque escribe articulos
contra la oposicion y no conocen bien las cosas que
hizo contra el chavismo en el pasado.
A los chavistas nos da pena ajena
este escribiente y justo por eso no lo designaron Director de la Imprenta del Estado por la gobernacion de Merida hace dos meses, aqui todos lo conocemos a este bandido.
al acusarla de corrupta
y me parece poco caballeroso
someterla al escarnio. Y menos si lo hace un individuo
que escribe con
pseudónimo. Su prontuario es enorme
y muy conocido en Mérida:
1. Sant Roz se llama José Rodríguez, es
un profesor jubilado de matemáticas de la ULA. Su caso fue famoso porque fue a Estados Unidos, no termino los estudios, pero cobro en la ULA un bono de magister y no salió del cargo de profesor porque lo protegieron.
2. Ha salido de todos lados por corrupción. Estuvo en Barinas en la
Direccion de Cultura con Tarik Souki, hoy en TVES, y lo botaron
por uso indebido de los viáticos y del presupuesto. Eso quedó
en los periódicos de Barinas. Tiene bienes adquiridos con esos dineros.
3. Violencia doméstica: la vida personal poco interesa, pero
este personaje es misógino, su mujer le puso pleito en Fiscalia
por agresiones y varias alumnos lo denunciaron por violencia y acoso. Tiene
un expediente en CICPC que pueden verificar por golpear a un alumno
al que acorralo en los pasillos de la escuela de matematicas
en la zona de La Hechicera.
4. Es conocido porque le pide plata a la gente y si no
se la dan, escribe contra ellos.
Contra Chavez incluso escribio varios articulos que se consiguen en la red.
5.Lo mueve el trauma de ser el hermano natural de Argenis Rodriguez,
el de los panfletos contra Teodoro.
6. Es bastante envidioso porque es muy mal escritor, hace
un tiempo lo cazaron porque le plagio un cuento a uno
de los concursantes de los Premios de la Direccion
de Asuntos Estudiantiles de la ULA.
7. Si hay alguien que no debe hablar de drogas es este sr. Sant Roz,
puesto que todos lo conocieron cuando era joven
y no quiere que le recuerden sus desastres
tras el suicidio de su hermano Argenis.
8. Se presenta como moralista, pero esta desesperado
porque le presten atencion.En Merida se aparece en los actos y
trata de sabotearlos.
9. Es bueno que sepan que es un personajillo funesto de Merida,
aparece en Aporrea y otros espacios solo porque escribe articulos
contra la oposicion y no conocen bien las cosas que
hizo contra el chavismo en el pasado.
A los chavistas nos da pena ajena
este escribiente y justo por eso no lo designaron Director de la Imprenta del Estado por la gobernacion de Merida hace dos meses, aqui todos lo conocemos a este bandido.
commented by abril 15, 2009 5:01 p. m.
,
Kira: me encanta tu comentario. Me satisface inmensamente que personas que llevan tiempo pensando y participando en la blogósfera, como tú y otros amigos, se tomen la molestia de leerse ese extenso post y comentarlo.
Un saludo con mucho afecto.
Un saludo con mucho afecto.
commented by abril 15, 2009 5:08 p. m.
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Anónimo de las 5.01:
La verdad es que no tengo mucho qué decir al respecto. En todo caso, no podía dejar de pensar, mientras leía su detallado listado de episodios, que con toda seguridad usted podrá conseguir cosas mucho peores en la primera línea de eso que, a falta de otro eufemismo, hoy llamamos gobierno.
Suerte con esa militancia. Ojalá que le sea leve.
La verdad es que no tengo mucho qué decir al respecto. En todo caso, no podía dejar de pensar, mientras leía su detallado listado de episodios, que con toda seguridad usted podrá conseguir cosas mucho peores en la primera línea de eso que, a falta de otro eufemismo, hoy llamamos gobierno.
Suerte con esa militancia. Ojalá que le sea leve.
commented by abril 15, 2009 11:23 p. m.
,
excelente ensayo (un poco extenso) pero bien hilvanado...
.:.